Quid pro quo

Quid pro quo

En esta campaña electoral, ha sido asombrosa la cantidad de personajes que, “convencidos” de las bondades de la 4T, se han cambiado de bando, olvidándose de todos los beneficios que en su momento recibieron estando dentro del PRI o del PAN. Y peor, se han ido hasta renegando de sus orígenes.

 

Mencionar a todos esos personajes sería ocioso, y además largo y tedioso; sin embargo, últimamente se ha sumado a ese rebaño de “convencidos” un personaje que tiene como característica pública -y supongo que también personal- la doble cara.

 

Se trata de Carlos Azomoza, a la sazón dirigente de Canirac. ¡Sí, ese que gusta de usar sacos de color lila y rosa, o de cuadritos chillantes! Pero su estrafalaria manera de vestir no es el tema en este espacio, sino su descocada manera de hablar bien o mal de uno y de otro, según el momento y las necesidades… o los intereses políticos o empresariales.

 

Vea el amable lector. Carlos Azomoza, en su “calidad” de jefe de Canirac, se junta un día con Eduardo Rivera, como si fueran grandes cuates y le jura “apoyo eterno”, le prende un sahumerio y casi lo idolatra.

 

Pero al otro día ese amor por Lalo Rivera se acaba y la adulación y cachondeo lo traslada a los candidatos de Morena. Y para dar énfasis a su reciente amor por la 4T, entonces acusa -o lo obligan a acusar- que en el gobierno municipal de Eduardo Rivera se incrementaron las extorsiones para restauranteros. Una acusación muy seria, pero que si es verdad se la calló durante todo el trienio y la está sacando, muy convenientemente, durante la campaña.

 

La repentina predilección de Carlos Azomoza por la 4T y sus candidatos no es por convicción o porque se haya tragado la trillada frase lopezobradorista de “no robar, no mentir, no traicionar”; no hay tal.

 

Lo que sucede es que a Carlos Azomoza le hicieron un gran favor de tipo judicial y, ahora, sí o sí, tiene que hacerla de patiño y exaltar casi a rabiar y con lágrimas en los ojos de la “emoción” a los candidatos de Morena.

 

Por cierto, el carismático Azomoza tampoco la hace como restaurantero, porque bajo su conducción ya quebraron dos negocios.

 

Es más, desde que ocupa la silla de Canirac, se ha abierto una brecha grande entre el éxito de la anterior gestión, encabezada de manera muy productiva por la señora Olga Méndez, y la que ahora “dirige” Azomoza.

 

Olga Méndez, con su buena gestión, logró que el gobierno encabezado por Miguel Barbosa se abriera al gremio restaurantero, una hazaña memorable.

 

Hoy, Azomoza está obligado con los morenistas al quid pro quo.

 

¡Pero qué clase de dirigente empresarial es éste!