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Máscara vs cabellera, dos simples palabras que engloban una de las mayores tradiciones que el pueblo mexicano tiene. De esta manera, la lucha libre se convierte en una expresión de libertad de los oprimidos.
Debemos ser realistas, la lucha libre es un deporte para el "populacho", para quienes un lunes en la Arena Puebla quieren sacar su estrés gritando, saltando y apoyando a su gladiador favorito.
No importa si eres rudo o técnico, siempre hay oportunidad para que frente a un cuadrilátero saques tus mejores insultos o albures, es una catarsis, es un momento de libertad.
No podemos pensar en la sociedad mexicana actual sin el arte del pancracio, sin Blue Demon, sin El Cavernario o sin El Santo, que estaría festejando su cumpleaños 101.
Las máscaras, las capas, las patadas voladoras, los golpes con las sillas y la señora con el mandil pidiendo que el rudo termine con el técnico son parte del colorido que tiene este deporte, que para muchos es un circo
Pero ese circo nos divierte, nos da parte de nuestra cultura e incluso es imitada por Estados Unidos con su WWA, que nunca será igual a la lucha libre mexicana, nuestra catarsis semanal.
