¿Hay o no plan económico?

¿Hay o no plan económico?

El domingo pasado, Andrés Manuel López Obrador presentó su informe trimestral de gobierno y agregó la presentación del Plan Emergente ante la pandemia de COVID-19. No fue bien recibido por la cúpula empresarial que incluso ya hablan de una revocación de mandato y en círculos cerrados hasta de un golpe de estado. Los medios de comunicación abiertamente conservadores también reprodujeron esta aversión y están generando confusión entre el pueblo, por ello es importante explicar con claridad el plan.

 

El plan emergente tiene cuatro ejes: 1) Mayor inversión pública, no se van a detener los proyectos del Aeropuerto Felipe Ángeles, el tren de la ruta maya ni la refinería de Dos Bocas. Tampoco se detendrán las obras públicas programadas para habilitar hospitales, escuelas, infraestructura carretera y de PEMEX. 2) Honestidad, se combatirá la corrupción para que los fondos públicos se entreguen a los más necesitados y tengan el efecto deseado.

 

3) Pleno Empleo, se van a crear 2 millones de empleo en un plazo de 9 meses, no serán subsidios como se ha malinterpretado, serán plazas para el sector salud, educativo, SEDENA y organismos paraestatales, principalmente; aunque también se van a destinar un millón de créditos a las pequeñas y medianas empresas; se van a aplazar pagos de créditos de FOVISSTE e INFONAVIT. 4) Austeridad Republicana, se utilizarán fideicomisos públicos que carezcan de estructura y que habían sido manejados con opacidad para orientarlos a los programas sociales; también se reducirán salarios de altos funcionarios mediante el recorte de aguinaldos y los partidos políticos podrán devolver su presupuesto (PAN, PRI, PRD y MC ya se negaron).

 

Las críticas, incluso de analistas de izquierda, dicen que las medidas no son contracíclicas, no son keynesianas y se debe recurrir a deuda pública. Vamos por partes.

 

Las medidas sí son keynesianas. En política económica hay dos corrientes principales: los neoclásicos de la escuela austriaca y los keynesianos (que en estricto sentido también son neoclásicos). Los primeros son la base del neoliberalismo y su tesis principal es que el Estado no intervenga en la economía, también centran sus modelos hacia la oferta (empresarios). Los keynesianos señalan que el Estado debe intervenir en la economía y centran sus modelos en la demanda (consumo). Aquellos que pugnan por apoyar a los empresarios y dicen que eso es keynesianismo están más que confundidos.

 

Durante el periodo neoliberal nos acostumbraron a que todos los apoyos iban para rescatar banqueros y empresarios (oferta); esta vez los apoyos irán a incrementar el consumo. La lógica es muy sencilla: de nada sirve que el empresario produzca mucho si nadie le compra; por el contrario, si hay una gran demanda, el empresario aumenta también la producción. No sabemos con certeza si funcionará este cambio de política, lo que sí sabemos es que los planes para apoyar el lado de la oferta no funcionaron en México ni en América Latina.

 

Las medidas sí son contracíclicas. Una política es contracíclica cuando va en sentido opuesto al ciclo económico: en época de depresión aumentar el gasto y en época de bonanza aumentar el ahorro. Muchos esperaban que se frenaran los proyectos estratégicos y la inversión se redirigiera hacia gasto corriente, cuando se debe hacer totalmente lo contrario, aumentar el gasto en inversión, sobre todo en este tipo de proyectos porque son sectores de arrastre para la economía. Proponer la creación de empleos más grande del siglo es en sí misma contracíclica; no aumentar impuestos, no despedir trabajadores del Estado y no recurrir a gasolinazos son contracíclicas.

 

¿Deuda o no? Muchos piden a gritos la deuda, pero ¿en qué monto?, ¿con quién?, ¿a qué costo? Los gobiernos anteriores dejaron poco margen de maniobra y el pago actual de los servicios de deuda (intereses y comisiones) representa el 14% del presupuesto. Incrementar hoy la deuda significa recortar el gasto social el próximo año, además de tener que aceptar las condicionantes que el Fondo Monetario impondría al país.

 

Es claro que el modelo económico debería de cambiar, más de 30 millones de mexicanos votaron por un cambio, eso no lo han entendido ni los empresarios, ni los ideólogos de derecha que se empecinan en que se apliquen las mismas fórmulas viejas y fallidas. Qué pena que no entiendan. En su desesperación buscan confundir al pueblo; la tarea de los científicos es explicar pacientemente, desenmascarar a cada uno de los actores y develar la lucha de clases. Es también tarea y obligación ponerse del lado del pueblo.  

 

¿Cuál es el plan de Europa, la región más afectada?

 

Ayer Francia y Alemania dieron a conocer los indicadores adelantados de su PIB para el primer trimestre de 2020; la contracción es del 4 y el 6% respectivamente y se prevé que a fin de año la caída sea mayor al 10%. No hay todavía un plan definido después de que el martes la Comisión Europea no llegó a ningún acuerdo.

 

En Italia, un sondeo reveló que el pueblo rechaza que se contraiga deuda pública y el gobierno se rehúsa a tomar créditos condicionados a reformas económicas. España también se negó a endeudarse; también, les negó a los empresarios la condonación de impuestos y tampoco les ha concedido prórroga para pagar; la ministra de Hacienda pidió a los empresarios a que ellos se endeuden con la banca para pagar sus impuestos. Alemania y Francia proponen crear un fondo gestionado por la Comisión y dirigido a proyectos de infraestructura que reactiven la economía. En los cuatro países la mayor ayuda estará en los subsidios a los trabajadores; las empresas deberán contraer créditos con la banca. Como se ve, el plan de AMLO no está alejado de estas perspectivas.

 

Los grandes empresarios mexicanos deben asumir su responsabilidad y dejar sus posiciones apátridas; se han beneficiado históricamente del erario sin entregar ninguna concesión. Hoy se sabe que, desde antes del COVID, 15 empresas deben al fisco 50,000 millones, ¿con qué cara piden apoyos escudándose en las micro y pequeñas empresas que nunca les han importado y por la que nunca han luchado? Los empresarios europeos saben que pedir un rescate a sus gobiernos es ceder parte de su consejo de accionistas e, incluso, aceptar la expropiación. ¿Están dispuestos los empresarios mexicanos a perder sus empresas?

 

Con fundamento científico y moral lo decimos: Por el bien de todos, primero los pobres.

 

*Profesor-Investigador Facultad de Negocios, Universidad La Salle México

Miembro del Sistema Nacional de Investigadores

Twitter: @BandalaCarlos