Las mamás en la Economía

Las mamás en la Economía

El 10 de mayo celebraremos en México, como desde 1922, el día de las madres; coincide ahora con el segundo domingo del mes por lo que también se celebrarán en muchas otras partes del mundo, incluyendo nuestros vecinos del norte. Así que para cambiar las noticias malas que nos ha traído la pandemia, hablemos de las mamás y la economía.

 

Nos dice Engels que en los primeros asentamientos humanos la mujer gozaba de una gran admiración y respeto porque la madre era la única progenitora conocida, ya que, al practicarse la poligamia, la paternidad no se sabía con certeza. Así la familia es sólo reconocida de madre a madre (derecho materno, lengua materna, casa materna) y el varón no resultaba relevante en el linaje. Es el paso a la monogamia, el momento en que la mujer pasa a ser propiedad de un hombre, en que se subyugue al género masculino, es justo ese momento cuando se construye el relato de una mujer nacida de la costilla de un hombre, seductora y débil ante el pecado, idea que después se diseminó en diversas religiones.

 

El papel de la madre juega un papel fundamental en el establecimiento de las relaciones de producción, al no conocerse la paternidad, los hijos son hijos de la tribu, y varones y mujeres reconocen por igual a todos los niños como hijos e hijas en un comunismo primitivo. La monogamia emerge al tiempo de la propiedad privada y con ello el esclavismo; los hijos de la mujer que es propiedad del hombre son por añadidura los hijos también del hombre y el linaje se empieza a reconocer por el apellido paterno.

 

El amor como base del matrimonio es muy incipiente; ni en la Edad Media, ni con el surgimiento de la burguesía la mujer o el hombre decidían en su unión, sino que eran los padres (varones) los que acordaban los términos del contrato. La madre es la fuente de la reproducción de una dinastía, pero relegada en cualquier asunto público. La supremacía del hombre frente a la mujer se consolida en los orígenes del capitalismo cuando la división sexual se acentúa, el burgués dirigía el taller o la fábrica, mientras la madre quedaba en el hogar cuidando a los hijos. En cambio, esta situación no se propició en el proletariado primigenio: la madre proletaria no podía quedarse en el hogar, trabajaba y lo sostenía igualmente, por lo que el varón realmente no tenía sobre ella algún poder y se establecía cierta relación de igualdad, limitada por la brutalidad que el hombre proletario imitaba del hombre burgués.

 

En la época de mayor progreso capitalista, las condiciones económicas mejoraron para el obrero de tal manera que una señal de bonanza de las familias proletarias era imitar las formas de vida burguesa, entre ellas que la mujer debía, en su papel de madre, dedicarse a sus hijos y evitar el trabajo. Momento justo de la explosión demográfica.

 

La masificación de la educación universitaria permitió la expansión de un pensamiento crítico y libertario que pugnó por la emancipación femenina, entre ellas la libertad sexual, que como hemos descrito le fue privada a la mujer desde la monogamia. Ello significaría básicamente dos premisas principales para nuestro análisis económico: que la condición de maternidad no estuviera ligada al matrimonio y que la condición de sexualidad no estuviera ligado a la maternidad.

 

Son los países socialistas los que abanderan la avanzada femenina y los primeros en promover leyes progresistas como el divorcio, la interrupción del embarazo, la equidad económica, los derechos laborales de las madres. Por el contrario, al mismo tiempo, en los países bajo regímenes capitalistas dictatoriales, las madres eran secuestradas y asesinadas, sus hijos eran raptados y entregados a otras familias, mientras las abuelas buscan desesperadas hasta la fecha.

 

En nuestro país el 68.5% de las mujeres es mamá, tienen en promedio 2.1 hijos, cifra inferior a la última medición de 2014 que era 2.6 y la de 1960 que era de 7 hijos por mujer. Las mujeres con mayor nivel de estudios tienen menor número de hijos. También las madres que trabajan suelen tener menos hijos.

 

En la gráfica 1 se muestran las entidades del más y menos fecundas; en la Ciudad de México, una mujer tiene en promedio 1.34 hijos, cifra muy similar a la de los países europeos, le sigue el Estado de México y Querétaro con menos de dos hijos por mujer. Del otro lado está Chiapas con una tasa de fecundidad de 2.8, seguido de Zacatecas (2.7) y Coahuila (2.5). Nuestro estado de Puebla se encuentra en el lugar 24 con 2.2 hijos por mujer.

 

 

Elaboración propia con datos de ENADID, 2018

 

Las mamás que trabajan enfrentan condiciones más precarias que los hombres; sólo el 14% tiene acceso a guarderías y servicios de salud. Además, deben aceptar salarios inferiores y al concluir sus jornadas realizan labores domésticas y cuidan de los hijos. En muchas ocasiones, siguen soportando la brutalidad masculina y esta cuarentena nos demostró que el agresor y el violador están en la propia casa, porque se han disparado las denuncias por violencia.

 

A estas mujeres que nos han enseñado que el amor es infinito, a la mía en particular; a la madre Tierra y la madre Patria y por supuesto a la madre Revolución, ¡muchas felicidades!

 

*Profesor-Investigador Facultad de Negocios, Universidad La Salle México

Miembro del Sistema Nacional de Investigadores

 

Twitter: @BandalaCarlos