Tiempos de negocios, tiempos complejos

Tiempos de negocios, tiempos complejos

Vivimos tiempos complejos.

 

Me imagino diciendo esta frase en un bar tipo neoyorkino, casi del barrio italiano.

 

Sí, tiempos complicados y tristes, en los que confundimos libertad con negocio.

 

Pero es el tiempo que nos tocó vivir.

 

En cada elección, cualquier candidato que se precie de ser lo suficientemente competitivo tiene que tener un enorme equipo de tierra.

 

Ya sabemos -si has leído mis columnas anteriores- que tierra es todo lo que significa la movilización de simpatizantes, la coordinación con el ejército responsable de la defensa del voto y la captación de líderes que puedan seguir empujando la participación ciudadana en favor de un candidato.

 

Pero, hay que decir también, y por ello viene a cuento la introducción tan melancólica, que este Ejército de Tierra se mueve en función del incentivo económico que, en algunos casos, hasta tres generaciones han percibido durante años.

 

Confundimos libertad con negocio.

 

Es triste, es vergonzoso, pero desde hace décadas, hay colonias eternas donde la gente espera las elecciones para recibir apoyos en especie o en efectivo.

 

Algunas personas incluso van construyendo sus hogares con los insumos que llegan de parte de los candidatos.

 

He conocido un par de campañas electorales en las que el candidato y candidata en verdad no creen que las personas pidan esos apoyos.

 

Consideran que la gente puede ser persuadida para votar sin la necesidad del rotoplas o el calentador.

 

Quiero creer en ese mundo y vivir en él, y construirlo, pero ese no es el mundo real.

 

Sobra decir que estos amigos se llevaron las palmas en dignidad, pero fueron los últimos en votación.

 

Porque, en estos dos casos, eran grandes personas y profesionistas, pero carecían de experiencia política.

 

¿Esta columna incentiva a que se compre el voto?  No, para nada. Pero sí tiene el fin de quitar vendas de los ojos. De que se conozca la realidad y cómo esta afecta incluso los sueños más loables.

 

Son tiempos complejos los nuestros porque el negocio lo propone el votante.

 

No tienen idea, queridos amigos lectores, de cuántas veces he visto la caída de excelentes candidatos y personas solo porque no se le cumplió la demanda económica al líder movilizador.

 

¿Y el líder es un monstruo o un enemigo de la democracia?

 

Claro que no. Vive de eso, como cualquier otro oficio -o al menos así mismo él o ella se considera-.

 

Ese es su negocio y  el líder, en ningún momento, piensa en que sus acciones buscan la libertad para decidir.

 

Lo que busca es tener un calentador para su jefecita.

 

La pobreza multisistémica en el país ha llevado a que generaciones enteras vivan de este tipo de oficios.

 

Insisto, tiempos complejos vivimos, pero son tiempos de hablar con la verdad.

 

Y la verdad es que esto que redacto ocurre en cada votación.

 

Y en las votaciones no hay lugar para las teorías románticas.

 

Vaya paradoja.

 

Tiempos complejos, muy complejos vivimos.