El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, aseguró en su cuenta de Facebook que se ha recuperado de COVID-19 y que dio negativo en las pruebas de esta enfermedad.
Eso sí, el mandatario del país latinoamericano destacó que ahora está tratando una infección con la ayuda de unos antibióticos y aseguró tener "moho" en sus pulmones.
"Acabo de realizarme un examen de sangre porque estaba con un poco de debilidad ayer [29 de julio] y encontraron un poco de infección. Estoy tomando antibióticos porque después de 20 días dentro de casa uno tiene otros problemas y tuve moho, moho en el pulmón", explicó Bolsonaro.
A lo largo de la crisis del coronavirus, así como durante su enfermedad, Bolsonaro insistió en el uso de la cloroquina para el tratamiento y prevención del COVID-19, a pesar de que no ha sido comprobado que este fármaco pueda ser útil en el tratamiento del coronavirus.
"El médico de la Presidencia me mandó cloroquina y al día siguiente estaba mejor. Lo mismo con Onyx [Lorenzoni, ministro de Ciudadanía]. Si fue coincidencia, no lo sé", aseguró Bolsonaro.
El presidente también hizo un llamado a los ciudadanos brasileños que busquen a los médicos que les prescriban este medicamento, ya que "su ineficacia tampoco ha sido probada".
Sin embargo, hay quienes ponen en duda el propio hecho de que el presidente brasileño contrajera la enfermedad y son escépticos en cuanto a su insistencia por promover la cloroquinina. Este fue el caso del expresidente de Brasil Luiz Inacio Lula da Silva, quien considera que Bolsonaro "inventó" tener coronavirus para "hacer propaganda" a este fármaco.
"Creo que Bolsonaro inventó que estaba contaminado para hacer propaganda del remedio. No sé si es socio, pero se comporta como si fuese el dueño de la fábrica que produce ese remedio e intenta venderlo", aseveró Lula da Silva.
El presidente de Brasil ha sido uno de los líderes mundiales que más escepticismo han mostrado en relación al coronavirus. En particular, Bolsonaro tildó en múltiples ocasiones al COVID-19 de "una gripe" insignificante y se negaba a usar los medios de protección básicos, como las mascarillas.
De hecho, el mandatario solo empezó a ponerse el tapabocas en los lugares de congregaciones públicas después de que un juzgado emitiera una orden obligándolo.
Actualmente, Brasil es el segundo país más afectado del mundo por la pandemia de COVID-19, y ya cuenta con más de 2,7 millones de contagios y más de 93.000 fallecidos a causa de esta enfermedad.