La pandemia que nunca terminará

La pandemia que nunca terminará

Hace unos meses, en este espacio contamos la historia de una familia de comerciantes alcanzados por el COVID-19, que -como a muchos de nosotros- arrebató la vida de dos integrantes de esta familia.

 

La miscelánea donde despachaba el padre de familia que murió por coronavirus reabrió, al igual que una verdulería de la familia que está junto a esta tienda.

 

Hace dos semanas, el COVID-19 apareció nuevamente en esta familia y cobró la vida de otro integrante, ahora se trató del dueño de la referida verdulería.

 

Lo anterior es un ejemplo de lo que se vive en México con la pandemia. Un pueblo lastimado económicamente que pese a los riesgos que se corren debe salir a trabajar, arriesgándose a un contagio.

 

Y la culpa, muchas veces, no es de la víctima. Es de todos esos irresponsables que tienen al cubrebocas como mero artículo decorativo y se escudan en su supuesta fortaleza física para no seguir las medidas preventivas.

 

De la mano a esta situación, este columnista tuvo una discusión sin sentido (debo aceptarlo) con un seguidor férreo del presidente Andrés Manuel López Obrador, derivada de un reclamo personal por no seguir las medidas de prevención y sana distancia.

 

“El presidente ya se enfermó y no usa cubrebocas, entonces está comprobado que eso no sirve”, fueron las palabras que iniciaron un enfrentamiento que terminó en mentadas de madre.

 

Resulta preocupante que el mal ejemplo que da el mandatario en verdad sea replicado por sus millones de seguidores, poniendo en riesgo a usted, a mí, a nuestras familias y seres queridos.

 

Esta pandemia, amable lector, nunca se irá de México mientras tengamos una visión muy pequeña y basemos nuestras decisiones en lo que dice el “líder” de la nación.

 

Ejemplo de lo que nos espera es lo dicho por el secretario de Salud del Estado de Puebla, José Antonio Martínez García, quien advirtió una tercera ola de contagios de COVID-19 en la entidad entre mayo y junio.

 

¿Por qué?

 

Porque el poblano, como muchos mexicanos, ha relajado las medidas de prevención y ya está pensando en el viaje que hará durante Semana Santa, arriesgándose a un contagio en alguna playa.

 

Esto, estimado lector, ya no está en manos de los gobiernos y sus estrategias equivocadas (Gobierno Federal) y acertadas (Gobierno de Puebla)

 

El fin de la pandemia está en la sociedad, en el entendimiento, en la responsabilidad, en no seguirnos comportándonos como cavernícolas pensando que el COVID-19 nunca nos alcanzará.

 

Tres pesitos de empatía no nos vendrían mal, solo digo.