
Después de que Rusia ignorara el alto al fuego en Mariúpol, las autoridades y los ciudadanos no han bajado la guardia. Sin ceremonias ni ritos, los soldados y los civiles que perdieron la vida son enterrados en tumbas colectivas.
Esta decisión se tomó considerando que el gran número de cadáveres en morgues y construcciones dañadas ya están en proceso de descomposición y, retardar esto por más tiempo podría dañar la salud de los refugiados.
Soldados y voluntarios ucranianos reúnen los cuerpos -algunos envueltos con bolsas de plástico o alfombras- alrededor de una zanja cavada en un viejo cementerio de la ciudad, con aproximadamente 25 metros de longitud.
La fosa ha estado abierta desde el martes y se espera que este jueves se cierre. Se inició con 30 cadáveres y en la actualidad, los trabajadores han perdido la cuenta, pero especulan que una simple tumba no sea suficiente para los daños en la ciudad.