1980, México “como el Estambul de los 40’s”

1980, México “como el Estambul de los 40’s”

Como sucede hoy, en 1980 las tensiones entre Moscú y Washington eran más que tensas. Ese año, tras varias fintas, los rusos terminaron invadiendo Afganistán. 

 

En ese 1980 se celebraron también los XXII Juegos Olímpicos de Verano en la capital de lo que todavía era la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, una de las dos potencias mundiales tanto en términos económicos, como políticos y militares. El socialismo era la oposición al capitalismo, y los estados socialistas y capitalistas llevaban enfrentados varias décadas en la denominada Guerra Fría.

 

Estados Unidos, argumentando que la presencia militar soviética en Afganistán (a raíz de la guerra civil) era una invasión y violaba el derecho internacional, decidió no asistir a los Juegos solo seis meses antes de que comenzaran. El presidente estadounidense, Jimmy Carter, amenazó con revocar el pasaporte a cualquier atleta estadounidense que intentara ir. 

 

También, entonces, Irán mantenía a un puñado de estadounidenses presos en Teherán, a los que James Earl Carter fue incapaz de liberar, por lo que perdió su reelección en noviembre de ese año. Comenzó, asimismo, la guerra Irán- Irak. 

 

Y la capital mexicana, de acuerdo con una confidencia que el entonces líder nacional del PRI hiciera al escribidor, hervía de espías. 

“Somos como el Estambul de los 40’s”, me dijo Gustavo Carvajal Moreno en sus oficinas del edificio priísta de Insurgentes Norte. 

Y se extendió comentando que a las sedes de las misiones diplomáticas de la URSS, en la avenida Revolución, y de los Estados Unidos, en el Paseo de la Reforma, llegaban a diario personajes que transmitían a sus países de origen lo que conseguían averiguar unos de los otros. 

 

Carvajal, recuérdese, tenía una muy estrecha relación con el entonces presidente de la República José López Portillo quien había sido su maestro en la Facultad de Derecho y, por esa cercanía que también era confianza, estaba al tanto de mucha de la información que los servicios de inteligencia mexicanos hacían llegar cotidianamente a quien entonces era el principal inquilino de Los Pinos. 

 

Platicó Carvajal, también, que ante el conocimiento de tales actividades de espionaje en nuestro país la respuesta del gobierno de JLP, usando siempre los canales diplomáticos, fue la solicitud a los gobiernos de Leonid Brézhnev y de Carter de que la bajaran dos rayitas a sus actividades en el país, para que cuando menos supieran sus gobiernos que al nuestro no le pasaban inadvertidas ni su presencia ni lo que aquí hacían sus agentes. 

 

 

¿De qué se extrañan hoy? 

 

 

La historia es cíclica. Se repite.

 

Hoy, en 2022, el jefe del Comando Norte de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, el general Glen VanHerck, recién aseguró que el gobierno de Rusia tiene en México al grupo más grande de espías desplegados en el mundo con el objetivo de obtener información estadounidense. 

 

Lo que seguro no dirá Van Herck es que, con esa información a la mano, los estadounidenses deben tener un número de espías similar o hasta igual que el que tienen los rusos en territorio nacional. 

Las de EU y de Rusia (ante de la URSS) siempre han sido las “estaciones” de espionaje más grandes de cada una de esas potencias… y de otras, como hoy sería la china. 

 

Y ¿ante ello qué ha hecho o dicho el gobierno de AMLO? 

 

Pues lo que en su función matutina del más reciente viernes muchos suponíamos iba a hacer. Una especie de “yo no sé, fue Teté, pégale, pégale que ella fue”. 

 

Textualmente, que “hay que mandarles telegramas, avisándoles de que México no es colonia de ningún país extranjero, que México es un país libre, independiente, soberano. Que no somos colonia de Rusia, ni de China ni de Estados Unidos”, dijo en respuesta a las palabras del militar Glen VanHerck. 

 

Y tan tán. 

 

Ni la SRE de Marcelo Ebrard, que debe andar de viaje o, como siempre, “en la luna… de miel”… Ni en ninguna otra parte hubo un comentario adicional. 

 

¿Alguna acción? 

 

Menos. 

 

Porque gringos, rusos y chinos ya saben que “no somos colonia” de nadie. 

 

¡Ajá! 

 

 

Indicios 

 

 

En la memoria también está otro recuerdo de aquellos años. A algunos de los reporteros que cubríamos la fuente del Senado de la República comenzó a llamarnos la atención que, cada ocasión que había sesión de “corcholatazos” –permisos para que mexicanos recibieran distinciones de otras naciones, permisos para que nuestros connacionales trabajaran en representaciones diplomáticas acreditadas ante nuestro gobierno, ascensos de personal de las Fuerzas Armadas, entre otros--, la embajada de Estados Unidos en México pidiera permiso para que un determinado número de compatriotas se desempeñaran a su amparo como “agentes de campo”. Y como esas sesiones no producían nota, pues eran de mero trámite burocrático, nos pusimos de acuerdo para ir con el único senador de aparente oposición que entonces había en la llamada Cámara Alta: el nayarita Jorge Cruickshank García, líder además del Partido Popular Socialista, al que por sus siglas PPS también conocíamos como Poquitos Pero Serviles. Cruickshank pidió el uso de la palabra, subió a la tribuna e hizo propia la inquietud de los reporteros, ante el azoro de Joaquín Gamboa Pascoe, quien lideraba a los senadores, y el asentimiento de dos o tres priístas como el sonorense Adolfo de la Huerta Oriol, quien tenía posiciones de avanzada. Ese día hubo nota. * * * Le agradezco me haya acompañado hasta aquí en la lectura de este texto. Y como siempre, le deseo que tenga ¡buenas gracias y muchos, muchos días!