Salud mental de estudiantes, en segundo plano para escuelas

Salud mental de estudiantes, en segundo plano para escuelas

Foto: Enfoque

Las instituciones de educación, tanto públicas como privadas, atraviesan por problemas sociales cada vez más importantes en los que la salud mental de los alumnos permanece en segundo plano a pesar de las constantes señales de alarma.

 

El pasado martes a través de redes sociales comenzó a circular la foto de un joven estudiante de la escuela de artes de la BUAP, quien durante todo el día publicó estados en su cuenta de WhatsApp amenazando con efectuar un tiroteo.

 

El joven, practicante del violín y aparentemente sin ninguna señal de alarma, llamó la atención de sus compañeros a través de este tipo de publicaciones, por lo que rápidamente las autoridades educativas y de seguridad pública tomaron cartas en el asunto.

 

 

En el caso específico de la BUAP, existe un área especializada para el acompañamiento estudiantil y la asesoría psicológica gratuita para los estudiantes, donde se reciben principalmente casos por pensamientos suicidas y depresivos.

 

Lamentablemente, la petición de ayuda para este tipo de situaciones debe de ser voluntaria, por lo que, si en algún momento la persona no busca alguno de estos canales, difícilmente será detectado y no podrá recibir apoyo.

 

El problema se agrava en otras instituciones y niveles educativos, ya que padres de familia consultados por Imagen Poblana señalaron que no tienen conocimiento de que sus hijos puedan recibir atención psicológica en sus escuelas, siendo el caso de primarias y secundarias del sector educativo público.

 

En este sentido la Secretaría de Educación Pública, a través de su página de internet, señala que se ofrece asesoría psicológica a los alumnos que pueden solicitar a través de la dirección de la escuela o incluso en las oficinas de la Secretaría de Educación Pública.

 

Una vez más, la falta de difusión causa que muchos padres no tengan conocimiento de esta situación y esto repercute directamente en los alumnos, quienes muchas veces no saben a quién acudir cuando son víctimas de algún ataque emocional.

 

Este medio buscó la postura de la SEP Estatal para saber cómo es que las escuelas lidian con este tipo de eventos; no obstante, al cierre de esta edición no se obtuvo una respuesta de la dependencia.

 

El problema también se repite en instituciones de educación privada; por ejemplo, en marzo de este año la preparatoria de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (Upaep) se volvió noticia luego de qué un alumno atacó a su maestro.

 

La agresión no simplemente fue de palabra, sino que incluso el joven tomó un martillo que era usado en un taller de la institución y con dicha herramienta golpeó al docente, lesionándolo en la mano.

 

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Luego del ataque, algunos compañeros empezaron a difundir imágenes en las cuales se daba entender que el joven ya tenía algunos pensamientos o influencias agresivas y que las publicaba a través de sus redes sociales.

 

Uno de los padres de familia consultado por Imagen Poblana señaló qué muchas veces los jóvenes tienen hasta dos perfiles diferentes de redes sociales y eso implica que algunas veces no se les pueda monitorear totalmente y detectar este tipo de anomalías.

 

Los padres consultados señalaron que al igual que cualquier otro tipo de educación y vigilancia en materia de salud, la responsabilidad es de los padres; no obstante, coincidieron en que las instituciones de educación pública deben de tener mejores herramientas para canalizar este tipo de casos.

 

"Muchas veces cuando pasa algo grave, los papás le echamos la culpa a la escuela por no tener protocolos de seguridad y todo ese tipo de cosas, pero la verdad es que los padres somos los principales responsables de la salud física y mental de nuestros hijos, no podemos delegarle esa responsabilidad por completo a las instituciones educativas", explicó uno de los padres.

 

Finalmente señalaron que es necesario que haya una mayor difusión a los programas de salud mental que se ofrecen no solamente en las escuelas sino también en el sistema de salud público, pues muchas veces las personas incluso tienen pena de pedir ayuda cuando sienten que tienen algún tipo de afectación de este tipo.

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