La creciente intolerancia de los jóvenes a los infantes en espacios públicos

La creciente intolerancia de los jóvenes a los infantes en espacios públicos

Foto: FreePik

En los últimos años, ha habido un aumento en la frecuencia de adultos que muestran una mayor intolerancia hacia los niños en diversas situaciones, como invitaciones a fiestas (principalmente bodas), redes sociales, salas de cine, viajes o espacios públicos. La tendencia de establecer espacios "libres de niños" se ha vuelto más común, lo cual ha generado controversia entre aquellos que consideran que esto constituye una forma de discriminación.

 

Por un sector de la población adulta se ve a los infantes como una fuente de molestia, gritos incomodidad y un obstáculo a evitar. El asunto ha escalado a tal grado que actualmente es más común ver lugares como hoteles, restaurantes y convivencias en los que se restringe entrar con niños o recién nacidos.

 

¿Por qué los adultos se han vuelto incapaces de tolerar la presencia de los niños? Esta tendencia comenzó en algunas ciudades de Estados Unidos, donde varios restaurantes prohibieron la entrada a niños menores de diez años argumentando que perturbaban a los comensales con su ruido y comportamiento. Sin embargo, esta restricción se ha extendido a cines, aerolíneas, hoteles y otros espacios de convivencia, incluyendo fiestas y eventos sociales, llegando también a otras partes del mundo.

 

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Algunas personas llaman a esta práctica “niñofobia”, es decir, la negativa y hostilidad al convivir con infancias, aunque no es una condición clínica o sicológica reconocida. Quienes están en contra alegan que es una forma de deshumanización de la sociedad, pues se transgreden sus derechos humanos más básicos de esparcimiento y socialización.

 

En contraste, quienes defienden esta postura alegan que hay ocasiones en que planean vacaciones, una cena especial, o simplemente un momento de relajación que se ve estropeado por el ruido y la intromisión de niños que no son supervisados por sus padres o los trabajadores de un lugar. Si bien, no todos quieren expulsar a los niños de la sociedad o los espacios de convivencia, sí apelan a su derecho de no coincidir con ellos y tener sitios de paz y tranquilidad.

 

Las razones que desencadenan este comportamiento son diversas, ya que algunas personas pueden tener estereotipos negativos o prejuicios hacia los niños, considerándolos molestos, irrespetuosos o inoportunos sin haber tenido una experiencia personal con ellos. Es cierto que en determinados momentos un niño puede llorar y causar incomodidad entre las personas que lo rodean, pero sería un error no considerar sus necesidades.

 

Un niño enfermo, un recién nacido o un niño con necesidades especiales no se comportará como un adulto, simplemente porque no lo es. Además, tratar de mantener a un niño siempre en silencio y quieto es una forma de limitar su crecimiento y desarrollo. Estos estereotipos pueden influir en la forma en que se percibe y se trata a los niños, contribuyendo así a la niñofobia.

 

 

Esto se puede reforzar a partir de experiencias previas que las personas hayan tenido con niños, como comportamientos problemáticos o eventos traumáticos, que alimentan el desarrollo de la niñofobia. Por ejemplo, cuando un niño rompe algo, arruina un trabajo o causa molestias en un momento especial, estos eventos pueden generar temor, ansiedad o aversión generalizada hacia los niños en el futuro.

 

La falta de empatía es otra razón por la cual se produce este fenómeno, ya que algunas personas tienen dificultades para entender o comprender a los niños y a sus padres debido a diferencias de edad, comunicación o formas de crianza.

 

Se puede argumentar que un avión, una sala de cine o un spa no son lugares adecuados para los niños. Sin embargo, en ocasiones los padres no tienen más opción que llevar a sus hijos a estos lugares y no deberían ser privados de disfrutar de ellos por el simple hecho de tener niños. Esto puede generar frustración y una menor tolerancia hacia los niños.

 

 

Es cierto que todos tenemos derecho a momentos de tranquilidad para alejarnos de las molestias del día a día, pero esto no implica que debamos limitar los derechos de otras personas, especialmente si se trata de grupos vulnerables como los niños. En algún momento de nuestras vidas, todos hemos pasado por esa etapa y es un momento en el que los niños aprenden y se desarrollan, por lo que debemos tener una convivencia armoniosa con todos los sectores de la sociedad.

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