¿Y ahora, quién podrá defenderlos? Hombres también sufren violencia de la mujer

¿Y ahora, quién podrá defenderlos? Hombres también sufren violencia de la mujer

Foto: Freepik

No es muy común escuchar sobre la violencia ejercida en contra de los hombres en una pareja, pues históricamente en torno a la figura masculina se ha marcado un estereotipo caracterizado por la fuerza física y por la insensibilidad, caso contrario al creado para la mujer. Sin embargo, un caso de maltrato al hombre es mucho más habitual de lo que se piensa.

 

En días pasados, se presentó una iniciativa en el Congreso del Estado para que Puebla sea pionero en establecer programas de apoyo para hombres que son víctimas de violencia. El diputado de extracción morenista Abiud Castillo López planteó este punto de acuerdo, al precisar que es un problema oculto, pero que está presente en la sociedad.

 

El legislador manifestó que Puebla debe ser pionera en establecer programas sociales y comenzar por crear partidas presupuestales en las leyes de egresos que permitan ofrecer apoyos a los hombres que sufren violencia, además de la creación de programas de empleos temporales para aquellos que acrediten ser solteros y tengan a su cargo hijos menores.

 

 

La violencia en una relación se entiende por cualquier agresión física, psicológica, mental y sexual con el fin de mantener el control sobre la otra persona.

 

Algunos hombres no revelan el abuso porque les preocupa lo que opinarán los demás de su masculinidad, y es que cuando se produce la violencia contra el hombre, generalmente ésta suele ser vista con risas entre las demás personas.

 

Otro de los motivos por el que no se denuncia este tipo de violencia es por la dificultad para ser creído por las autoridades. Generalmente, la policía no suele dar mucha credibilidad a los hombres maltratados, o en caso de creerles minimizan los abusos.

 

Además, algo común en los dos géneros es la negación del problema, independientemente de la parte que sea maltratada. La idealización es un factor imperante para que esto suceda.

 

Los hombres que son víctimas de abuso por parte de otros hombres pueden dudar a la hora de hablar del problema, porque significaría revelar su orientación sexual o identidad de género cuando desean mantenerla en privado.

 

En muchas comunidades, hay menos recursos para los hombres que son víctimas de violencia doméstica. Los profesionales de atención médica no suelen preguntarles a los hombres si la causa de sus lesiones es la violencia doméstica, ya que esto puede dificultar la conversación sobre el abuso. Incluso, es posible que a algunos hombres les preocupe ser acusados de estar haciendo algo malo si hablan del abuso.

 

La Ley de Prevención, Atención y Sanción de la Violencia Familiar para el Estado de Puebla no contempla al hombre como receptor de violencia de parte de una mujer.

 

En su artículo 2, para efectos de esta Ley, menciona que se entiende por generadora o generador de violencia familiar a aquel o aquella persona que lleve a cabo actos de maltrato físico, verbal, patrimonial, psicoemocional o sexual en contra de las personas con las que tenga o haya tenido algún vínculo familiar o afectivo.

 

El artículo 3 considera receptoras y receptores de la violencia familiar a la o el cónyuge, concubina, concubino o concubinario; a las o los parientes consanguíneos en la línea recta ascendente o descendente sin limitación de grado; a las o los parientes consanguíneos colaterales hasta el cuarto grado.

 

Sobre las sanciones, el artículo 44 especifica una multa del equivalente a la cantidad de tres a ocho veces el valor diario de la Unidad de Medida y Actualización, y el arresto administrativo hasta por treinta y seis horas.

 

Por otro lado, en 2007, fue creada la Ley para el Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia del Estado de Puebla, la cual contempla la figura de violencia contra las mujeres, y en su artículo que aborda el delito de violencia familiar en agravio de una mujer, lo define como el acto abusivo de poder u omisión intencional dirigido a dominar, someter, controlar o agredir de manera física, verbal, psicológica, patrimonial, económica y/o sexualmente a la víctima.

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