
Tal y como lo anunciaron días antes, Estados Unidos y China suspendieron oficialmente este 14 de mayo los elevados aranceles recíprocos que se habían impuesto, con lo cual acaba, al menos momentáneamente, una guerra comercial que tenía a los mercados y a la economía global en la incertidumbre.
La suspensión de gravámenes durará 90 días, pero estos no fueron retirados totalmente por ambas partes, sino que fueron disminuidos drásticamente.
Con este nuevo acuerdo alcanzado entre Pekín y Washington, los aranceles estadounidenses contra los bienes y productos chinos bajaron del 145% al 30% y los aranceles chinos contra las importaciones norteamericanas disminuyeron del 120% al 10%.
La desescalada en esta guerra comercial entre las dos economías más grandes del mundo se produce después de que las autoridades de ambas naciones mantuvieran conversaciones de alto nivel en Suiza del 10 al 11 de mayo.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha dicho que es "emocionante" que, pese a todo, China tenga "apertura" a tener negocios con el país norteamericano.
Aunque la Administración Trump mantuvo aranceles muy altos contra el gigante asiático durante semanas, el Gobierno de Xi Jinping no se doblegó ante las acciones de la Casa Blanca y respondió con medidas recíprocas, desatando una batalla comercial que tuvo de cabeza a las cadenas de suministro, alimentando así las malas perspectivas económicas de parte de organismos como el Fondo Monetario Internacional (FMI) o la Organización Mundial de Comercio (OMC).
El Ministerio de Comercio chino aseguró hace unos días que "Estados Unidos ha instrumentalizado y convertido en armas los aranceles hasta un nivel completamente irracional" y llamó a Washington a detener la escalada comercial. Donald Trump, gradualmente, fue matizando sus amenazas contra Pekín y dijo que los gravámenes contra los productos chinos podrían disminuir, pero no hasta 0%. Mientras tanto, el presidente Xi Jinping insistió en que "no hay ganadores en una guerra arancelaria o una guerra comercial", durante una cumbre con líderes latinoamericanos de la CELAC en la capital china.
Washington también eliminó las nuevas restricciones que había impuesto a la exportación de semiconductores utilizados para el desarrollo de inteligencia artificial, algo que habría afectado principalmente a las industrias tecnológicas chinas.