A simple vista, internet parece un lugar de oportunidades, entretenimiento y aprendizaje para millones de niños y adolescentes. Sin embargo, tras la pantalla se oculta una amenaza: el acoso sexual digital. De acuerdo con cifras recientes, el 42% de los menores en el mundo ha recibido mensajes sexuales no solicitados, un dato que revela el nivel de peligro que representa la red para los más jóvenes.
Lejos de ser un caso aislado, este fenómeno ha sido catalogado como una emergencia global en materia de derechos infantiles. Se estima que en todo momento hay más de 750,000 adultos buscando contactar a menores con fines sexuales, según reveló la investigadora Nuria Lorenzo-Dus, catedrática de la Universitat Politècnica de València. En palabras de la experta, el 71% de la ciberdelincuencia está relacionada con delitos sexuales contra menores.
Principales riesgos para los menores en internet
Grooming: adultos que manipulan emocionalmente a menores para obtener contenido sexual o encuentros presenciales.
Sexting y sextorsión: envío voluntario o forzado de contenido erótico que puede ser usado para chantajes.
Ciberacoso, insultos, burlas o amenazas que afectan la salud mental y el bienestar de los menores.
Exposición a contenido inapropiado, pornografía, violencia y discursos de odio que impactan negativamente en el desarrollo personal.
Suplantación de identidad, robo de cuentas para dañar la reputación o difundir contenido falso.
Plataformas digitales con mayores riesgos para menores
Los niños y adolescentes no tienen que buscar el peligro: el peligro los encuentra. Plataformas como Facebook, Instagram y TikTok, se han convertido en canales frecuentes para este tipo de interacciones peligrosas.
TikTok
TikTok, con más de 1,650 millones de descargas, es una de las aplicaciones más usadas por preadolescentes y adolescentes para crear y compartir videos cortos. Aunque establece ciertas medidas, como cuentas privadas por defecto para usuarios entre 13 y 15 años y restricciones en funciones como mensajes directos para menores de 16 años, no verifica la edad real de los usuarios, lo que facilita el acceso de menores a contenidos y contactos no supervisados.
Además, la plataforma ha sido criticada por su diseño adictivo que puede exponer a los jóvenes a contenidos tóxicos relacionados con salud mental, autolesiones y depresión, y por la recopilación masiva de datos para personalizar el contenido con fines comerciales, lo que aumenta la vulnerabilidad de los menores.
Snapchat
Snapchat es especialmente peligrosa por su sistema de mensajes que desaparecen tras segundos, lo que genera una falsa sensación de impunidad. Esta característica incentiva el envío de imágenes íntimas o contenido sensible que puede ser capturado con otros dispositivos y difundido sin consentimiento, facilitando el sexting, chantajes y acoso.
Ask.fm
Ask.fm es una red social que permite el anonimato total, lo que favorece abusos, insultos, amenazas y ciberacoso. No hay filtros efectivos para verificar la edad de los usuarios, lo que expone a menores a agresiones verbales y psicológicas. Ha estado vinculada a casos de suicidios de menores debido al acoso sufrido en la plataforma. La falta de regulación y control parental la convierte en una red “antisocial” con alto potencial de daño para niños y adolescentes.
Parte del grupo Meta, es una red social que aunque no es la más popular entre adolescentes (quienes prefieren otras plataformas), sigue siendo muy utilizada por jóvenes y adultos para comunicarse e intercambiar contenidos. Su uso por menores de 13 años está prohibido, pero la verificación de edad no es infalible, lo que puede permitir el acceso de niños más pequeños.
Kik
Kik permite crear cuentas sin control de identidad, facilitando que depredadores se oculten tras perfiles falsos para contactar con menores. La app permite enviar fotos, videos y transmisiones en vivo, aumentando el riesgo de sexting y explotación. Ha estado vinculada a casos de delitos graves de explotación infantil, mostrando su potencial como caldo de cultivo para grooming.
Recomendaciones para proteger a los menores
Especialistas recomiendan que los niños no accedan a redes sociales antes de los 14 años, edad en la que pueden discernir mejor entre beneficios y peligros, siempre bajo supervisión adulta. Los padres deben:
Supervisar y controlar el uso de aplicaciones y sitios web.
Mantener comunicación abierta con sus hijos sobre los riesgos y señales de alerta.
Utilizar controles parentales y modos restringidos que ofrecen algunas plataformas.
Educar sobre la importancia de no compartir datos personales ni contenido íntimo.
Promover el uso responsable y equilibrado de la tecnología para evitar adicciones y aislamiento social.