Pese a estar prohibidos por la Constitución desde enero de este año, los vapeadores siguen más vivos que nunca. Basta escribir “vapes” o “pods” en redes sociales como Facebook o Telegram para encontrar distribuidores con catálogos digitales, envíos a domicilio y promociones por mayoreo. Lo que debía ser una medida para proteger la salud pública ha resultado ser, según expertos, un impulso involuntario al mercado negro.
Prohibición constitucional: ¿qué se prohibió realmente?
El 18 de enero de 2025, el Gobierno Federal publicó en el Diario Oficial de la Federación la reforma a los artículos 4º y 5º de la Constitución. Esta modificación prohíbe expresamente la circulación de drogas sintéticas y de dispositivos electrónicos para fumar, como los vapeadores, aludiendo al derecho a la salud.
Claudia Sheinbaum, presidenta de México, defendió la reforma alegando que era una medida urgente ante los riesgos comprobados para jóvenes y adultos. Sin embargo, a casi cinco meses de entrar en vigor, la realidad callejera y digital sugiere otra cosa: la circulación de estos productos no solo continúa, sino que ha mutado hacia el anonimato y la ilegalidad.
Mercado negro y venta en redes sociales
Pese a la prohibición, la venta de vapeadores sigue siendo común, sobre todo en plataformas digitales y redes sociales. En sitios como Facebook Marketplace y tiendas virtuales, se ofertan vapeadores con nombres en clave y presentaciones que buscan evadir la censura, con precios que oscilan entre 200 y 350 pesos mexicanos, incluyendo diversos sabores frutales. En redes sociales abundan vendedores que ofrecen estos dispositivos al por mayor, sin regulación ni control de edad, lo que facilita el acceso incluso a menores.
Para comprobar qué tan fácil resulta adquirir uno de estos dispositivos tras su prohibición constitucional, Imagen Poblana hizo una búsqueda simulada en redes sociales. Bastó ingresar a Facebook y solicitar unirse a grupos de compraventa locales, para encontrar publicaciones con frases como “vapes de sabores”, “últimos” y emojis alusivos.
Tras enviar un mensaje privado a un perfil determinado, el contacto fue directo. El vendedor ofreció un catálogo digital con más de 20 sabores, marcas y precios entre 250 y 350 pesos, y entrega en moto en menos de una hora dentro del Centro Histórico o zonas aledañas.
Este ejercicio confirma lo que diversas organizaciones y expertos han señalado: la prohibición no ha eliminado el acceso a los vapeadores, solo ha trasladado la venta a canales “más difíciles” de rastrear, como grupos cerrados y chats encriptados.
Asimismo, y de acuerdo con un reportaje de El Economista, expertos estiman que hasta un 90% del consumo actual de vapeadores en México ya es cubierto por vías ilegales. Esto incluye ventas por redes sociales, comercio ambulante e importaciones clandestinas desde Asia y Estados Unidos.
¿Por qué siguen siendo tan populares?
Cifras oficiales de la Cofepris estiman que en México hay más de 5 millones de usuarios de vapeadores, principalmente en rangos de edad entre los 15 y 35 años. La mayoría asegura que lo usan como una alternativa al cigarro convencional, otros simplemente por el sabor o la moda.
Ante ello, la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) ha lanzado campañas para denunciar la venta ilegal de vapeadores, incluyendo un centro de atención telefónica y plataformas digitales para que la sociedad reporte puntos de venta clandestinos. Sin embargo, la proliferación en redes sociales y la falta de regulación secundaria dificultan la erradicación total de esta práctica.
Y aunque la prohibición constitucional de vapeadores en México busca proteger la salud pública, en la práctica ha resultado en un mercado clandestino activo y de difícil control. La facilidad para conseguir vapeadores a través de redes sociales y vendedores informales demuestra que la medida, sin una regulación secundaria efectiva y mecanismos de supervisión robustos, ha propiciado la expansión del mercado negro, con riesgos sanitarios y fiscales importantes.