A pesar de dormir lo suficiente y seguir rutinas aparentemente saludables, muchas personas experimentan fatiga persistente sin identificar la causa real. Más allá del estrés o la edad, estudios recientes señalan un factor poco considerado: los hábitos alimenticios. Una investigación publicada en la National Library of Medicine reveló que, entre los 20 y 60 años, el metabolismo no sufre alteraciones, sin embargo, las necesidades energéticas sí cambian con el tiempo.
Hugo Palafox, especialista vicepresidente de Ciencia en Immunotec, explicó que "el envejecimiento es uno de los procesos más naturales en el cuerpo, lo vivimos día a día. Así mismo es importante saber que este no es el único motivo que nos hace sentir agotados durante la juventud. El estrés, la falta de movimiento y, sobre todo, una rutina alimenticia deficiente y poco suplementada pueden estar jugándote una mala pasada sin que te des cuenta".
Uno de los errores más comunes es saltarse comidas. Ayunar sin orientación profesional puede provocar una baja en los niveles de azúcar en sangre, afectando directamente el rendimiento mental y físico. Este hábito, aunque popular, puede disminuir la energía disponible para las actividades diarias.
Otra práctica perjudicial es mantener una dieta similar a la de la adolescencia. Consumir alimentos ultraprocesados con bajo valor nutricional dificulta la absorción de nutrientes esenciales, lo que puede provocar inflamación, fatiga e incluso irritabilidad a lo largo del día.
El consumo excesivo de azúcar es otro factor clave que puede llegar a reducir significativamente la energía disponible para las actividades diarias. Ingerir dulces en grandes cantidades puede causar picos de glucosa que alteran el sistema nervioso. No obstante, podemos llegar a afectar nuestro estado de animo, la concentración y la sensación de saciedad, lo cual contribuye al agotamiento.
La dependencia excesiva de la cafeína es otro problema frecuente. Aunque seis de cada 10 hogares mexicanos inician su día con café, el exceso de esta bebida puede generar insomnio, irritabilidad y dolores de cabeza, sin ofrecer energía sostenida. Comenzar el día con agua y moderar el consumo de cafeína puede ser más beneficioso.
Finalmente, la falta de hidratación puede impactar gravemente el nivel de energía. Iniciar y terminar el día con un vaso de agua es fundamental para mantener al cuerpo activo, alerta y en buen funcionamiento.
"Sentirse cansado no siempre es producto del envejecimiento. Las decisiones que tomamos cada día respecto a lo que comemos impactan directamente nuestra energía, claridad mental y bienestar emocional", concluyó Palafox. (NotiPress)
