Violencia vicaria: el castigo silencioso que muchas madres aún no conocen

Violencia vicaria: el castigo silencioso que muchas madres aún no conocen

Foto: Enfoque, FreePik

Aunque sus hijas e hijos siguen vivos, muchas madres en México sienten que han muerto en vida. La violencia vicaria, una forma extrema de agresión en la que se utiliza a los menores como herramientas de castigo contra sus madres, sigue siendo desconocida para muchas personas, incluso entre las propias mujeres. En entrevista, Andrea Lezama Bonilla, activista y fundadora de la colectiva Madres Exigiendo Justicia contra la Violencia Vicaria, detalló cómo opera esta violencia, cuáles son sus consecuencias y qué pasos se deben seguir ante este doloroso fenómeno.

 

“Es una violencia de género en la que el progenitor de nuestras hijas e hijos los utiliza como una herramienta con el fin de lastimarnos”, explicó Andrea Lezama en entrevista. Esta violencia no es nueva, pero ha sido invisibilizada por años. Recién en la última década ha comenzado a nombrarse y denunciarse. La activista asegura que el objetivo del agresor no es proteger a los menores, sino romper el vínculo materno-filial, haciendo daño emocional tanto a los hijos como a las madres.

 

Uno de los aspectos más alarmantes es la sustracción de los hijos, es decir, cuando el padre los separa de la madre sin justificación y sin respetar resoluciones judiciales, o incluso con el respaldo de éstas bajo prácticas abusivas. Pero hay otras señales de alerta que, según Andrea, también constituyen violencia vicaria: las amenazas con quitar a los hijos, los juicios constantes hacia la maternidad y la manipulación emocional de los menores para ponerlos en contra de su madre.

 

“Los agresores tienen una frase, y es que ‘nos darán en donde más nos duele’, y es completamente cierta, porque lo que más amamos en nuestra vida son nuestras hijas e hijos”, añadió la fundadora de la colectiva.

 

Los niños y niñas no quedan exentos del daño. La activista relata que muchas infancias sufren confusión emocional, ansiedad, baja autoestima, culpa y miedo por ser utilizados como peones en una guerra emocional. “Constantemente el agresor los está lastimando sicológicamente, diciéndoles que somos malas madres, que no los queremos”.

 

El problema es estructural: los agresores cuentan con redes de apoyo que van desde sus familias, sus nuevas parejas, hasta instituciones y autoridades que, lejos de proteger a las infancias, terminan revictimizando a las madres. Ante esto, Andrea enfatizó: “Se debe juzgar con perspectiva de género y erradicar esta cruel violencia que rompe vidas”.

 

Pese al panorama adverso, hay avances importantes. Puebla es pionera, ya que en 2022 logró la primera vinculación a proceso por violencia vicaria en toda Latinoamérica, un precedente histórico que ha puesto el tema en el centro de la discusión jurídica y social.

 

Además, se siguen sumando esfuerzos para visibilizar este fenómeno. Apenas el día anterior a esta entrevista, fue presentado el libro “Secuestro legal: la historia de madres contra la violencia vicaria”, que recoge testimonios de mujeres que han enfrentado esta violencia.

 

Andrea Lezama concluyó con un llamado urgente, en el que las autoridades cumplan su labor de proteger a las infancias y prevenir esta violencia. La violencia vicaria no solo arrebata hijos, también destroza vidas enteras. “Reconocerla, nombrarla y denunciarla es el primer paso para erradicarla”.

 

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