
El uso de inteligencia artificial para fabricar campañas ambientales falsas ha crecido de forma acelerada, impulsado por la falta de legislación efectiva y un debilitamiento de los principios éticos en el sector empresarial. Analistas advierten que este doble vacío permite que los deepfakes verdes se expandan sin obstáculos, afectando la credibilidad de la acción climática a nivel global.
Durante 2023 se compartieron más de 500 mil contenidos manipulados en redes sociales relacionados con sostenibilidad, según datos de observatorios tecnológicos internacionales. Entre estos, figuran imágenes alteradas y videos creados por IA que simulan compromisos ecológicos, como una escena manipulada de Greta Thunberg hablando sobre armamento "sostenible" o una ballena falsa junto a turbinas eólicas, casos documentados por medios europeos.
Organismos como la Comisión Europea han identificado que 4 de cada 10 afirmaciones ambientales carecen de sustento verificable. No obstante, la mayoría de las respuestas institucionales se concentran en marcos regulatorios, los cuales no avanzan con la misma velocidad que las tecnologías de manipulación digital.
Actualmente, la Unión Europea es una de las pocas regiones con una ley activa sobre inteligencia artificial, la cual obliga a etiquetar contenido generado por máquinas. Sin embargo, su implementación ha sido desigual y enfrenta desafíos técnicos. Estados Unidos carece aún de legislación federal y sus normas estatales entrarán en vigor recién en 2026. En América Latina y África, el panorama es más crítico: muchos países aún no contemplan regulaciones específicas sobre IA ni sobre su uso en contextos ambientales.
Ética ambiental
Frente a esta lentitud normativa, expertos en ética ambiental sostienen que el problema de fondo no es solo legal, sino cultural. "El greenwashing no persiste por falta de tecnología, sino porque la cultura organizacional lo permite y, a menudo, lo premia", señalaron desde el Centro Europeo de Integridad Corporativa. En ese sentido, destacan que la regulación puede frenar el daño, pero no reemplaza la integridad de los actores que producen o difunden información falsa.
La proliferación de herramientas de IA generativa plantea riesgos crecientes: simulan escenas, fabrican testimonios, generan datos e imágenes imposibles de distinguir sin verificación externa. Esto, sumado al incentivo de aparentar sostenibilidad sin modificar prácticas reales, configura un entorno favorable al engaño sistemático.
Alfabetización digital
Además de las limitaciones jurídicas, persiste una brecha en la alfabetización digital. Una parte significativa de la población no cuenta con herramientas para identificar contenido manipulado, lo cual incrementa su vulnerabilidad ante mensajes fraudulentos. Según especialistas, esta asimetría de información favorece la viralización del greenwashing disfrazado de innovación ambiental.
Además de las limitaciones jurídicas, persiste una brecha en la alfabetización digital. Una parte significativa de la población no cuenta con herramientas para identificar contenido manipulado, lo cual incrementa su vulnerabilidad ante mensajes fraudulentos. Esta falta de consciencia crítica, tanto individual como institucional, favorece la viralización del greenwashing disfrazado de innovación ambiental. (Notipress)