
La organización humanitaria internacional Médicos Sin Fronteras (MSF) advirtió esta mañana sobre las graves consecuencias humanitarias derivadas del endurecimiento de las políticas migratorias en Estados Unidos, México y Centroamérica desde enero de 2025, tras el regreso de Donald Trump a la presidencia. D
El organismo documentó un drástico cierre de vías para solicitar asilo, operativos de seguridad más agresivos y medidas de disuasión que dejaron a decenas de miles de personas migrantes varadas, sin recursos y en condiciones precarias.
El nuevo enfoque estadounidense, que incluye la cancelación de la aplicación CBP One y la implementación de programas como CBP Home, bloqueó el acceso legal al asilo para más de 300,000 personas en México. Al mismo tiempo, varios gobiernos de la región replicaron políticas restrictivas, incrementando detenciones arbitrarias, redadas, devoluciones forzosas y desmantelamiento de campamentos.
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El flujo migratorio entre el Tapón del Darién y México cayó a niveles mínimos en 2025, con apenas un promedio de 430 cruces diarios a finales de 2024. Miles de personas optaron por regresar a sus países o buscar destinos alternativos como Chile, Costa Rica o Colombia. Sin embargo, las causas que impulsan la migración, como las crisis políticas, violencia, pobreza y persecución, persisten en países como Venezuela, Haití, Ecuador, Colombia, Cuba, así como algunas naciones africanas y asiáticas.
MSF advirtió que la violencia en la ruta sigue siendo alarmante, ya que entre enero de 2024 y mayo de 2025, la organización atendió a casi 3,000 víctimas de violencia sexual y llevó a cabo aproximadamente 17,000 consultas de salud mental, muchas relacionadas con tortura, secuestros, extorsiones y explotación sexual.
En México, la política de contención se reforzó con más presencia de la Guardia Nacional y operativos para dispersar a migrantes, particularmente en ciudades como Tapachula y la capital. Asimismo, los campamentos urbanos fueron desmantelados, empujando a las personas a rentar cuartos en zonas periféricas, a menudo controladas por el crimen organizado y sin acceso a servicios básicos.
El incremento de solicitudes de asilo en México saturó a la Comisión Mexicana de Ayuda al Refugiado (COMAR), que enfrenta recortes presupuestales y retrasos prolongados en los trámites. Algunos solicitantes deben esperar meses, mientras viven sin certeza legal y en riesgo constante.
Aunque las deportaciones masivas prometidas por Trump aún no se concretan, las que se hicieron fueron denunciadas por prácticas inhumanas, como el uso de grilletes y la falta de acceso a procesos legales. Asimismo, Guatemala, Honduras y Panamá firmaron acuerdos para recibir deportados, incluso de terceros países, pero muchas veces sin garantías de protección.
MSF también reportó un fenómeno creciente de migración inversa, es decir, personas que, tras quedar atrapadas en México o Centroamérica, regresan hacia el sur sin apoyo humanitario, expuestas a rutas peligrosas y abusos. Aunque algunos intentan establecerse temporalmente en otros países para ahorrar y reintentar el viaje.
Los recortes globales de financiamiento humanitario, sumados al cierre de proyectos de USAID, debilitaron la capacidad de respuesta en la región. Varios albergues y ONG redujeron o cerraron servicios clave, dejando a migrantes sin acceso a atención médica, alimentos o refugio seguro.
En medio de este panorama, los testimonios recabados por MSF revelan un sentimiento generalizado de desesperanza. Familias separadas, personas con graves afectaciones sicológicas y víctimas de violencia coinciden en que las opciones se reducen cada vez más, mientras crece la estigmatización y criminalización de la migración.
La organización instó a los gobiernos a abandonar las tácticas de militarización y disuasión, garantizar el acceso al asilo y proteger a quienes transitan por la región, desde el abuso institucional hasta la explotación criminal.
Finalmente, la MSF concluyó que, con la actual estrategia migratoria, miles de personas seguirán atrapadas en un limbo, sin poder avanzar ni regresar, mientras su salud física y mental se deteriora en entornos cada vez más hostiles.