En la última década, Puebla ha experimentado una transformación en su panorama de seguridad. De ser percibida como una ciudad tranquila y segura en comparación con otras regiones de México, hoy se enfrenta a la violencia y crímenes de alto impacto que parecen estar ligados de manera creciente al crimen organizado.
La percepción de seguridad de los poblanos, según datos del INEGI sobre los últimos cinco años, la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE) de 2024 revela que 75.7 % de la población en el estado de Puebla considera que vivir en su entidad es inseguro.
Esta cifra es un reflejo del miedo que se ha apoderado de los ciudadanos, quienes han modificado sus rutinas y hábitos por temor a ser víctima de la delincuencia.
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El punto de inflexión en la situación de seguridad de Puebla se puede ubicar en el crecimiento de actividades ligadas al crimen organizado, como el robo de hidrocarburos, conocido como "huachicol".
Este delito, que generó una fuerte disputa territorial entre bandas criminales en la zona del "Triángulo Rojo", provocó una escalada de homicidios violentos y enfrentamientos armados en la entidad.
Con el tiempo, las organizaciones criminales han diversificado sus operaciones, incursionando en el robo de transporte de carga, el narcomenudeo, el robo de vehículos, la extorsión y el secuestro.
La llegada de grupos criminales con presencia nacional, como La Barredora, el Cártel de Sinaloa y La Familia Michoacana, ha intensificado la violencia, creando un entorno de alta peligrosidad que antes no era común en el estado.
A menudo se usan como sinónimos violencia e inseguridad, pero en realidad tienen significados distintos y complementarios.
La inseguridad es en esencia, una sensación o percepción. Se refiere a la falta de seguridad, es decir, al sentimiento de que se corre un riesgo o se está en peligro.
Es un estado subjetivo y psicológico, un miedo o una preocupación por la posibilidad de ser víctima de un delito o de sufrir algún tipo de daño.
Esta percepción puede estar basada en la realidad (por ejemplo, vivir en un barrio con altos índices de delincuencia) o puede ser desproporcionada o incluso infundada.
Los medios de comunicación, las redes sociales y las experiencias de otros pueden influir mucho en esta sensación, haciendo que la gente se sienta insegura, aunque los índices de criminalidad no hayan aumentado significativamente en su zona.
La violencia, por otro lado, es la acción o el acto en sí mismo. Se define como el uso intencional de la fuerza física o el poder (real o como amenaza) para causar daño, ya sea psicológico, físico o moral. La violencia es una manifestación concreta y medible.
Cuando hablamos de violencia en el contexto social, nos referimos a actos como:
- Homicidios
- Robos con violencia
- Secuestros
- Agresiones físicas
- Extorsiones
La violencia es un problema de salud pública y un fenómeno social que tiene causas y consecuencias profundas, y se puede manifestar de muchas formas (violencia doméstica, violencia de género, violencia estructural, etc.).
Aunque son diferentes, la inseguridad y la violencia están estrechamente relacionadas. La violencia es una de las principales causas de la inseguridad. Cuando los actos de violencia se vuelven más frecuentes, graves y visibles, la percepción de inseguridad de la población se dispara.
En el caso de Puebla, como mencionamos en el artículo, el aumento de la violencia (homicidios, asaltos con armas de fuego, secuestros) ha sido el principal motor del crecimiento de la inseguridad (el miedo a salir, la percepción de que la ciudad ya no es segura).
¿Puebla se asemeja a los estados más violentos?
Si bien los índices de delincuencia de Puebla no se equiparan a los de estados históricamente más violentos como Tamaulipas o Chihuahua, la situación es cada vez más preocupante.
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La creciente incidencia de crímenes de alto impacto y la diversificación de las actividades criminales sugieren una dinámica similar. En 2022, la percepción de inseguridad en Puebla incluso superó la de Chihuahua y se acercó a la media nacional.
A pesar de que las autoridades reportan una disminución en ciertos delitos, la percepción en las calles es diferente. La normalización de la violencia, la impunidad y la falta de confianza en las instituciones de seguridad son desafíos de todos los días, para todos.