
Desde hace una semana han aumentado sin precedentes las tensiones entre Estados Unidos y Venezuela y, por primera vez, buques militares norteamericanos se aproximan a las costas del caribe venezolano. Aunque la versión oficial de la Casa Blanca indica que se trata de un operativo para combatir el narcotráfico, desde Caracas se ha denunciado como acoso contra el gobierno de Nicolás Maduro, ¿qué es lo que ocurre y hasta donde podría escalar el conflicto?
Para responder esta pregunta es necesario recordar algunos datos para tener contexto. Las fricciones recientes entre Venezuela y Estados Unidos se remontan a 1999 con el triunfo electoral del Comandante Hugo Chávez Frías quien prometió concluir con el neoliberalismo que había empobrecido a los venezolanos. En 2001, Chávez promulgó varias leyes para nacionalizar la industria petrolera que estaba en manos de empresas extranjeras, todas aceptan los cambios y las indemnizaciones excepto Exxon-Mobil que controlaba el 80% de la Faja del Orinoco, la región más rica del planeta. En 2002, la embajada de Estados Unidos y agencias de gobierno como la CIA ejecutaron con las cámaras empresariales venezolanas un golpe de estado contra Chávez, estuvo detenido y fuera del poder apenas dos días, al tercer día el pueblo lo reinstaló.
La posición de Chávez frente a Estados Unidos cambió y su gobierno se radicalizó al pasar de una política de “capitalismo con rostro humano” a un “socialismo del siglo XXI”. El chavismo frenó enormes proyectos de interés norteamericano como el ALCA (Área de Libre comercio de las Américas) y el Plan Puebla-Panamá; en su lugar se posicionaron y empoderaron los gobiernos locales en la Alternativa Bolivariana (ALBA) y la formación de la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) en oposición a la OEA (Organización de Estados Americanos).
Durante el gobierno de Chávez la Faja del Orinoco fue abierta a las inversiones chinas (CNPC) y rusas (Rosneff) para contrarrestar la hegemonía estadounidense y actualmente controlan hasta el 40% de la producción. De hecho, para China, la provisión de petróleo venezolano es de suma importancia y equivale al 65% de las exportaciones de Venezuela.
En 2017, con el primer gobierno de Donald Trump, fue nombrado Rex Tillerson secretario de Estado. Tillerson había sido presidente y director ejecutivo de Exxon-Mobil cuando Chávez lo expropió, así que desde el poder político buscó vengarse de Venezuela y presionó a Trump para emitir sanciones y embargos económicos con el pretexto de la “lucha por la democracia”. Desde entonces es vigente un bloqueo que presiona la economía venezolana a partir de prohibir que otros países le compren petróleo, por lo que la producción se ha desplomado drásticamente y el gobierno de Maduro ha enfrentado diversas dificultades de escases y crisis.
El envío de embarcaciones militares de Estados Unidos a las aguas del mar Caribe es una clara continuación a la política de asedio contra el gobierno de Venezuela y tiene dos motivaciones fundamentales. La primera desde luego es económica y se refiere a los recursos energéticos del país bolivariano. Como se muestra en la siguiente gráfica, de acuerdo con estimaciones de la propia U.S. Energy Information Administration (EIA), Venezuela tiene las mayores reservas probadas de petróleo, muy por encima de Arabia Saudita e Irán y a la menor distancia de las refinerías del Pacifico de Estados Unidos que fueron diseñadas exclusivamente para procesar el petróleo pesado del Orinoco. De hecho, al estar bajo el control de Exxon-Mobil, antes del año 2002, Estados Unidos llegó a contabilizar como suyas las reservas venezolanas.
Elaborado con datos de U.S. Energy Information Administration (EIA)
La opositora de derecha Maria Corina Machado ha ofrecido a Estados Unidos que Venezuela se convierta en el hub energético para los gringos, por lo que la incursión militar tendría un retorno de inversión asegurado.
La segunda motivación del asedio estadounidense es más compleja y responde a intereses geopolíticos. Tanto China como Rusia han ampliado el dominio en la región y tienen inversiones de entre 70 y 120 mil millones de dólares; en el momento actual, Estados Unidos, como imperialista, es un animal herido, las proyecciones económicas indican que en menos de 5 años China habrá rebasado a Estados Unidos en todos los indicadores y el dólar perderá su estatus de moneda mundial.
Ante el inminente colapso, el gobierno de Trump será capaz de todo, sin embargo, a diferencia de lo que piensa la derecha simplista, no habrá intervención. Venezuela no es Ucrania y es más que una moneda de cambio entre Estados Unidos y Rusia o China. La correlación de fuerzas sigue estando a favor del chavismo por lo que una intervención llevaría a Estados Unidos a un fracaso peor que el de Vietnam. La oposición venezolana fracasó en demostrar fuerza y deberá esperar otro momento, por lo pronto, Estados Unidos se quedará como perro al acecho, pero con el rechazo popular: ¡Fuera Yanquis de América Latina!
*Profesor-Investigador Universidad Autónoma del Estado de Quintana Roo
Miembro del Sistema Nacional de Investigadores e Investigadoras
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