Deuda y programas sociales desplazan a salud y educación en el Paquete Económico 2026

Deuda y programas sociales desplazan a salud y educación en el Paquete Económico 2026

La deuda pesa más que el aula y el hospital: los intereses se comen el margen y el gasto social se lleva el protagonismo.

 

El Paquete Económico 2026, entregado al Congreso de la Unión el pasado 8 de septiembre, deja ver un hecho relevante en las finanzas públicas mexicanas: el pago de intereses de la deuda supera a lo destinado a salud y educación, rubros que se ven superados por la inversión en programas sociales de la presente administración

 

Así lo advierte el número 17 del Boletín de análisis económico de la Escuela de Negocios ITESO (ENI), que dedica su tema central a desmenuzar las implicaciones fiscales y sociales del primer presupuesto elaborado por la nueva administración federal.

 

Para Mireya Pasillas, académica de la ENI y responsable editorial del boletín, esta tendencia resume el dilema de la política fiscal actual: “Desde la administración de López Obrador el costo financiero de la deuda ya superó el gasto en salud y el gasto en educación”, subraya. En su opinión, la carga del endeudamiento está comprometiendo la capacidad del Estado para atender las necesidades estructurales de la población.

 

De acuerdo con la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, los ingresos presupuestarios para 2026 se calculan en 8.7 billones de pesos, equivalentes a 22.5 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), mientras que el gasto total ascendería a 10.1 billones, es decir, 26.1 por ciento del PIB. El resultado es un déficit de 4.1 por ciento que, aunque menor al de 2025 (4.3 por ciento) y al de 2024 (5.7 por ciento), sigue reflejando una dependencia alta de la deuda para equilibrar las cuentas públicas.

 

“Lo que aquí observo en general y también se ha dicho mucho, es que busca cierto equilibrio fiscal, pero no lo logra totalmente. Se están priorizando intereses de corto plazo, en vez del beneficio de largo y mediano plazo de la población”, considera Pasillas.

 

El boletín confirma que la brecha estructural entre ingresos y gasto se mantiene desde hace más de una década. Aunque los ingresos tributarios han crecido, los gastos han avanzado a mayor ritmo. En consecuencia, cada año el gobierno debe recurrir a financiamiento adicional para cubrir el déficit.

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