Recientemente, el Gobierno del Estado confirmó la rehabilitación integral del Paseo Bravo, como parte de una estrategia que busca revitalizar este espacio, que ha sido intervenido en varias ocasiones por administraciones municipales anteriores, pero que ahora pasará a la administración estatal mediante un comodato con el Ayuntamiento de Puebla.
El Paseo Bravo, considerado el parque más emblemático y céntrico de Puebla, vuelve a ser objeto de un proyecto de rehabilitación; sin embargo, su deterioro constante no es nuevo, en los últimos 20 a 25 años ha sido intervenido al menos seis veces sin lograr un cambio duradero. Especialistas y vecinos coinciden en que la combinación de uso intensivo, abandono institucional y malas intervenciones ha generado un círculo vicioso.
Por décadas, este lugar funcionó como el mercado informal más grande del Centro Histórico, decenas de puestos de comida, ropa, piratería y juguetes ocuparon sus accesos, áreas verdes y pasillos.
La presencia de estructuras fijas y semifijas provocó daños en banquetas, fuentes y jardineras; además, muchos árboles fueron utilizados como soportes para lonas y cableado. A esto se suma la acumulación constante de basura, grasa, aceites y orines, que deterioran en cuestión de meses el pavimento y el mobiliario urbano.
A lo largo de las últimas administraciones municipales, los trabajos de remozamiento han sido frecuentes, pero sus efectos duran poco.
El parque fue diseñado en 1840 como paseo peatonal con jardines franceses, pero nunca estuvo pensado para soportar el tráfico de miles de personas, más puestos ambulantes y vehículos del transporte público.
A esto hay que sumarle que ninguna administración destinó presupuesto permanente para limpieza diaria, vigilancia permanente y mantenimiento de jardinería.
Por ello, se tiene que rehabilitar otra vez porque nunca se atacó la causa raíz, el comercio ambulante descontrolado, la falta de vigilancia y un mantenimiento deficiente. Cada administración hace una “maquillada” para la foto, retira temporalmente a los vendedores, pero sin un plan de reubicación real ni policía permanente.
La apuesta del Gobierno Estatal es que, al pasar a administración estatal y con un proyecto más ambicioso, puedan mantenerlo limpio y vigilado de forma permanente. El reto será romper el ciclo que ha marcado al Paseo Bravo por décadas: lo arreglan, lo destruyen, lo arreglan de nuevo.