Un elemento central de la estrategia política y gubernamental es la identidad. La ausencia de identidad se traduce en desorden tanto para la campaña política como para el ejercicio de gobierno.
Un candidato o gobernante sin identidad será dubitativo en las decisiones importantes, quedará aprisionado por la circunstancia, carecerá de una agenda estratégica y no tendrá ruta electoral.
Pero vayamos a ejemplos para ser más claros.
Imaginemos un alcalde sin identidad enfrentando contingencias como el COVID-19 o algún desastre natural.
Por supuesto que hay medidas que todos los ediles tomarán, pero solo un alcalde con identidad podrá ejecutar políticas públicas precisas y mejor comunicadas.
Si el alcalde tiene como identidad la “innovación y ciencia”, por establecer un modelo ejemplo, las acciones que ejecute para contener la pandemia o algún desastre tendrán que recurrir a la ciencia y a los universitarios.
Imaginemos el titular: “Alcalde convoca a médicos y biólogos del municipio para determinar medidas de prevención”.
Esa acción, ya es diferenciadora de otros ediles.
Sigamos con los ejemplos:
Un presidente municipal establece el Desarrollo Económico como su identidad, es el alcalde de la economía y del empleo.
Entonces su acción de gobierno específica podría ser, nuevamente siguiendo el ejemplo de los titulares de noticias: “Alcalde anuncia ambicioso programa de empleo temporal para reactivar economía”.
Pero esta estrategia político-gubernamental no tiene sentido si esta identidad no fue creada de manera inteligente y anticipada.
Una coyuntura puede servir para que un alcalde decida ser “el edil” de la causa o carisma específico, más nunca será tan eficaz esa identidad como plantearla desde tiempo atrás.
En otras palabras, si el aspirante a diputado, presidente municipal, gobernador o presidente de la república establece su identidad desde que es candidato, la mantiene en el cargo en funciones y la refuerza de manera mediática, habrá colocado en el inconsciente popular su identidad.
Ahora que están comenzando a perfilarse los candidatos próximos, es importante plantearse estos dos cuestionamientos: ¿cómo quiero ser recordado? y ¿cuáles son mis aptitudes políticas?
Así, construyendo la identidad, se construye un candidato, un funcionario y un buen servidor público.